LOS
CATEQUISTAS PREMATRIMONIALES.
1º.- Los
catequistas prematrimoniales deben ser verdaderos evangelizadores y no meros
“conferenciantes”. A parte de conocer el Evangelio del matrimonio y la familia,
han de ser hombres y mujeres animados por una fe viva y por un ardiente
espíritu apostólico.
Es necesario,
pues, que la comunidad asuma la tarea de formar matrimonios capaces de anunciar
a Jesucristo, y su Evangelio de la Familia, con verdadera convicción y
pedagogía, y capaces, por tanto, de suscitar o avivar la fe de los novios que
se preparan al matrimonio.
Cada parroquia
o, al menos, cada arciprestazgo o localidad, debería contar con un equipo de
matrimonios encargados de la evangelización de los novios. Este equipo debería
estar orientado y acompañado por un sacerdote o diácono. Debe constituir una
auténtica fraternidad apostólica, en la que los diversos miembros se conocen,
rezan juntos, se forman juntos, conviven y se comprometen activamente en la
tarea apostólica común. La evangelización de los novios no puede ser cosa de
agentes que trabajan aislados, sino una labor de la comunidad.
2º.- Dada la
dificultad de su misión, los catequistas pre-matrimoniales deben ser muy
conscientes de la primacía de la gracia respecto a sus propias capacidades,
actitudes y nivel de formación. Esto significa que la relación viva con el
Señor y la apertura a la acción del Espíritu debe ser una prioridad en sus
vidas de apóstoles. Los catequistas prematrimoniales deben tomar conciencia de
que su labor en la pastoral familiar constituye un servicio a Jesucristo y a su
Iglesia; una oportunidad para ejercer como discípulos y apóstoles de Cristo;
una oportunidad, en definitiva, para su propia santificación.
3º.- Lo urgente
y delicado de la catequesis pre-matrimonial reclama que los catequistas
adquieran una preparación específica en lo que se refiere al conocimiento y
trasmisión del Evangelio de la familia. Para ello, la Delegación Diocesana para
la Pastoral Familiar y defensa de la vida, pondrá en marcha una Escuela de
formación de agentes de pastoral familiar, que les ofrezca los medios para una
preparación básica, y también para otra permanente. En cuanto sea posible,
resultará de gran eficacia la matriculación de los catequistas prematrimoniales
en el Máster en Pastoral Familiar.